Dios querido...
Ni tan poco como para no vivir, ni tanto como para que lo vivido se disuelva en los recónditos rincones del alma, empolvados recuerdos gratos que a la hora de acompañar los huesos doloridos no alcancen para aliviar dolores ni mitigar errores. El tiempo justo te pido para que quienes lidien conmigo me lloren y añoren acaso un poco más, ajenos a la realidad del día a día de ya no tener qué hacer por acá más que subsistir. Cuando digas será, pero dado que nunca será el tiempo que el corazón aprueba, que sea temprano y duela sí (x que doler va a doler siempre) pero no estirar las penas que acarrean no solo dolor sino la espera...
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